miércoles, 28 de febrero de 2018

Desencanto. De Àurea Nobre

Abandonada e semi nua sobre a cama
Na demência dum quarto de bordel
Está só, só e vazia
A bolsa caída, o olhar perdido
Num rio de águas profanas
Desventrada entre os meandros
Do sonho e do pesadelo
Quase louca oculta o rosto
Esconde a vergonha nas mãos
Revela uma simbologia demoníaca
Assume a loucura no pesadelo
E nem as frustradas saídas
Do amor suplicado num espaço
De silêncio ausente
E no tempo sem tempo
Que se distancia de si e da idade dos sonhos
Onde o sol já não aquece e a lua já não brilha
O solstício de inverno gela as entranhas
A sede míope de amor antevê um sorriso
E tudo parece ganhar forma
Mas algo se intromete na engrenagem do destino
Para distorcer o sentido das coisas
Alterar a sua vontade, o seu sentir
A sua imaginação, os seus desejos e gostos
A sua mente e espírito, o seu corpo…
E a violência volta a morar na sua cama
Uma vez e outra e mais outra ainda
É seu fito inconsciente
Libertar a sua alma prisioneira, glorificar a prostituta
Salvar quem morre por não poder gritar!
(Áurea Nobre/2018)



Adaaptación libérrima de Juan Calle

Semidesnuda y derrotada sobre la cama
en el caos del cuarto de un burdel;
sola, abandonada y vacía,
el bolso tirado por el suelo y la mirada perdida
en un profundo río torrencial
devastado entre los meandros
de sueños convertidos a pesadillas.
Avergonzada, oculta su enajenación
entre la cavidad de sus manos;
sus rasgos, sin embargo, parecen asumir
la metamorfosis de sus quimeras.
La frustración por los amores de encargo y caducos
que se ausentan entre los silencios,
cómplices de tiempos vacíos
que se alejan con la madurez
que dan los días sin sol y las noches sin luna.
La llegada del solsticio congela sus entrañas
mientras asoma un mohín agrio de sonrisa
por la sed ciega del amor,
ansiosa de hallar un sentido a todo
pero, de nuevo, el destino parece el engranaje
de una máquina de la verdad que cambia
de sentencia retorciendo voluntad y sentimientos.
Así, con su mente, su ser y su cuerpo,
regresa puntual a su habitual cita
con la violencia de su indolente colchón;
y así, una vez y otra, y otra más.
Es como un sino inconsciente
que trata de exculpar su conciencia
para justificar su prostitución

y salvar el grito ahogado de su interior.